Aprovechan los entrenos para tratar sus asuntos. Son sus particulares asambleas, en las que hablan de las próximas salidas, de las sesiones de tapaporte (esa noche tocaba) y, sobre todo, de la familia. Creo que levantan acta de memoria —y a todos les vale—.
Es tan sólo un momento fugaz.
Recogimos a Vicente y corremos por la Playa de San Juan, de camino al Cabo de las Huertas, donde encontramos el lugar propicio para la tradicional —y sagrada— bañá.
Es posible que, como dicen, se levanten temprano para ver amanecer sobre el Mediterráneo, pero yo sé que lo hacen para poder volver pronto a casa y disfrutar de la familia.
Corre con el Cuento 
Entramos en una epoca que la BAÑA es todo un lujo a nuestro alcance, sobre todo a primera hora de la mañana; motivo ello mas que suficiente para levantarse y encontrarse con el resto del maravilloso grupo !!
Ésto me está pareciendo excesivo. Ver tanta playa mientras un isleño exiliado (voluntariamente) se conforma con la «charca» de La Casa de Campo se hace duro… Son las ventajas de vivir cerca del mar… ¡Disfruten del camino y cojan una olita por los que no podemos!
Vuestros comentarios me hicieron recordar otro cuento.