De nuevo, recordamos que hoy, Día Universal del Niño, la lucha contra la pornografía infantil es labor de todos.
Escribo las palabras más usuales (en el mensaje y en las etiquetas) para sabotear las búsquedas de est@s depravad@s (funciona, lo tengo comprobado): angels, lolitas, boylover, preteens, girllover, childlover, pedoboy, boyboy, fetishboy o feet boy.
Una feliz iniciativa de La Huella Digital y Vagón-bar (gracias, Abe, por recordarlo).
Qué escalofrío con esta cara B del ser (in)humano.
Yo, tarde, para no variar.
darabuc, el repelús es aún mayor porque, como bien dices, es una de esas caras B, no ya del ser humano, sino de cada uno de nosotros… de cualquiera de nosotros.
No creo que haya que sentir culpa por llegar tarde, Ana *. Lo de los «días mundiales de…» está bien (especialmente de cara a la opinión pública), pero lo difícil realmente es conseguir que esos días sean cada día. Cualquier día es bueno para denunciar la pornografía infantil.
Sí, creo que tienes razón; lo que es yo lo planteo como el fondo de una pendiente, pero una pendiente en la que, como poder, puede caer cualquiera; pero lo digo sin privar de responsabilidad: todos hemos de ser responsables de nuestros actos y ni siquiera si «nos empujan» a actuar mal vale eso como excusa.
Yo le he dado vueltas al tema en varias ocasiones, porque la cuestión inquieta y porque conozco a una persona que ha tenido que recuperar la autoestima que le destrozaron y reconstruir las barreras del derecho inalienable a su cuerpo (si alguien está en ese caso, que sepa que se puede salir del pozo y ser plenamente feliz). Y quizá mi resumen más breve es que la fantasía es libre (literalmente lo digo, no lo reivindico: es libre porque entra sin llamar, si no es por la consciencia entonces por el sueño o la pesadilla), pero nunca, en ningún caso, la mano. La fantasía, el sueño o la pesadilla están en nuestro terreno, cualquier otra cosa, disimulada o no, es forzar la libertad ajena.
A ver cuándo ofrece nuestra sociedad una educación sexual sana para la mayoría, una concepción natural del cuerpo y el deseo, con conceptos claros tanto de libertad propia y ajena como de placer; no la (auto)inhibición brutal acompañada de exigencia e imaginario pornográfico que luego estalla como el hooligan que el fin de semana revienta cabezas y durante la semana trabaja en un banco atendiendo el pago de las pensiones.
Gracias por tu reflexión, darabuc.
Ayer me enteré de la creación de la Fundación Alia2, con el objetivo de
Una buena noticia.