—Pero ¿no es todo verde aquí? —preguntó Dorothy.
—No es más que en cualquier otra ciudad —replicó Oz—, pero cuando uno usa gafas verdes, todo lo que ve le parece verde.
Aunque fuera por accidente, Dorothy sí que tuvo que matar a una bruja (la Malvada Bruja del Este) para conseguir calzarse sus zapatos mágicos.
Leí El Mago de Oz en una edición de a 1 euro que vendían con El País. Este fue otro cuento que empecé por el final, más concretamente por el Epílogo que, en realidad, es una Introducción (vaya lío) escrita por el propio autor, L. Frank Baum, para la primera edición de 1900.