Desde que, a primeros de este mes, los organizadores recibieron la carta con la propuesta del Ayuntamiento, se han sucedido numerosos comentarios a la noticia en los medios digitales. Luis Blanco, en su columna de la web de su programa A Tu Ritmo de Capital Radio, ha sido de los primeros que se hicieron eco de la noticia, y ayer mismo trataba este tema en una entrevista con Javier Odriozola (min 16:00), firmante de la carta como Director General de Deportes del Ayuntamiento de Madrid, así como con José Cano (min 49:00), organizador de la carrera popular que lleva su nombre. Alfredo Varona, por su parte, titulaba en Público que la carta del Ayuntamiento supone un «Frenazo a los elitistas precios de las carreras populares de Madrid.»
Puede que Allen Guttmann y el resumen que hace de la teoría marxista sobre los efectos de la comercialización en el deporte moderno nos ayuden a comprender parte del origen de esta polémica.
A comienzos del siglo XIX, los deportes modernos eran—como el propio capitalismo—una fuerza progresista, más democrática que los deportes medievales a los que reemplazaron; pero el desarrollo del capitalismo industrial llevó a formas de explotación aún más denigrantes que las del feudalismo. Los deportes empezaron a jugar un papel cada vez más conservador y reaccionario. Una señal de lo anterior ha sido su intensa comercialización […] La tendencia a transformar el comportamiento humano en transacciones de mercado ha convertido a los deportes en un asunto de pérdidas y ganancias. Las estructuras del deporte amateur reclaman la venta de entradas en los partidos universitarios y el patrocinio de las reuniones de organizaciones deportivas como la AAU. Las industrias dedicadas a los productos deportivos—tanto de de bienes como de servicios—son grandes y complejas. La estructura del deporte profesional, por otra parte, es abiertamente comercial. Los equipos son propiedad de corporaciones o millonarios embaucadores que se aprovechan de las ventajas fiscales que les ofrecen las leyes para enriquecerse económicamente, mientras se quejan todo el tiempo de que pierden dinero con sus franquicias. La Major League Baseball depende de la exención especial de la legislación antimonopolio que le ha otorgado el Tribunal Supremo, mientras que otros deportes de equipo profesionales cojean con las amortizaciones por depreciación de sus jugadores, los enormes beneficios de la publicidad de televisión, los estadios cedidos por ayuntamientos que muestran su agradecidecimiento siendo estafados, o con el apalancamiento debido a la titularidad de monopolios que se encuentran en el límite de lo legal. ¿El resultado?: quinceañeros que se venden a sí mismos en régimen de semi-esclavitud a cambio de unos millones de dólares; atletas «amateurs» que, bajo cuerda, ganan lo suficiente para justificar quejarse de lo que pierden cuando se hacen profesionales; y el uso y abuso de drogas que acompañan a un desesperado deseo por hacerse con una parte del premio de los ganadores. En resumen: una imagen muy poco atractiva. [pág. 64]
He eliminado las referencias a los países del antiguo bloque soviético—la edición original es de 1978—porque, como el propio Guttmann reconoce, muchas de las críticas que la teoría marxista dirige hacia la práctica deportiva en países capitalistas también pueden aplicarse a los comunistas. Seguidamente, el autor realiza una dura y profunda crítica a teoría marxista, aunque reconoce estar de acuerdo con los efectos de la comercialización del deporte, eso sí, con algunos matices:
[…] no debemos asumir erróneamente que la comercialización es el único responsable de todos los males del deporte moderno. Muchos de ellos son específicos de la comercialización: el rechazo a los deportes que no muestren ser rentables, costes excesivos que limitan el acceso a instalaciones que deberían estar a disposición de todos, la mutilación por la publicidad de los partidos televisados, o la manipulación de las parrillas de programación para ofrecer los partidos en «prime time» y así asegurarse una buena audiencia. La mayor parte de las dolencias del deporte moderno, sin embargo, han infectado a todas las sociedades modernas y no pueden asociarse de forma simple a la comercialización: un énfasis exhacerbado por ganar, engañar, utilizar drogas, entrenar a niños en deportes altamente competitivos, y la tendencia de convertir cualquier forma de juego en una competición. [pág. 73]
Las citas anteriores son traducciones mías del texto seminal de Allen Guttman. Publicado originalmente en 1978, el libro volvió a editarse en 2004, conservando el contenido original, pero añadiendo un epílogo. En él, Guttmann se reafirmaba en sus tesis iniciales sobre el origen y características del deporte moderno, mientras que revisaba la vigencia de los supuestos sobre la especificidad de deportes típicamente estadounidenses—el baseball y el fútbol americano—y, más concretamente, sobre una supuesta relación entre la práctica deportiva y el «carácter nacional».
Tanto el uso del espacio público en las ciudades, como la relación entre deporte y clase social son temas recurrentes en los desarrollos teóricos sobre la ciudad. Espero leer—y escribir—alguna cosa más sobre éstos y otros muchos problemas aprovechando el Trabajo de Fin de Grado en Antropología que este curso presentaré en la UNED. Trataré de hacerlo ameno para no aburrir a los pocos lectores que aún siguen atentos a este descuidado cuaderno.
Referencias:
- Guttmann, Allen. [1978] 2004. From Ritual to Record: The Nature of Modern Sports. New York: Columbia University Press.