Carros de Fuego

Ayer volvimos a verla, aprovechando que tiene que hacer un trabajo para el instituto y buscaba una peli de deporte con trasfondo histórico. Ahí están el origen aristocrático y anglosajón de los sports, el movimiento de la muscular christianity, el antisemitismo, el deporte como arma diplomática y de exaltación del espíritu nacional, etc.

Lo que más me ha llamado la atención del videoclip—que no recordaba—es ver a Vangelis pegándole caladas al cigarro mientras interpreta al piano el maravilloso tema que abre y cierra la historia. Choca verlo ahora, taitanos años después, en una de las películas más inspiradoras sobre deporte en la historia del cine.

Y sí, parece que podremos volver a salir a correr, a partir del 2 de Mayo… Veremos.

Referencias

  • Vangelis (1981) Chariots of Fire. Music from the original soundtrack by Vangelis. Polydor, 23 83 602.

Contradicciones

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Plaza de Lavapiés, Madrid

[…] Cada promesa es una amenaza; cada pérdida un encuentro.

De los miedos nacen los corajes; y de las dudas las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón.

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.

En esa fe, fugitiva, creo. Me resulta la única fe digna de confianza, por lo mucho que se parece al bicho humano, jodido pero sagrado, y a la loca aventura de vivir en el mundo.

Referencias:

Galeano, Eduardo. [1989] 1997. El libro de los abrazos. Madrid: Siglo XXI.

Ésta (no) es una canción protesta

Probando, probando. Uno, dos. Uno, dos…

My brother is homeless, he sleeps under a bush on the ground
By day he’s a painter, his brilliant works are all over town
In spite of his drinking and his demons I believe he does the best he can
So if you see my brother on the street somewhere, put a little something in his hand

My aunt is stone crazy; she fell right through the healthcare cracks
Alienated all her friends and family with physical and verbal attacks
Well, she won’t go to a shelter, so she gets her meals from the garbage can
So if you see my crazy aunt on the street somewhere, put a little something in her hand

But this is not a protest song; it ain’t about right or wrong
To each other we all belong; and when we give it makes us strong;
But, hey, this ain’t no protest song

Down at your local shelter, you’ll find a woman there with her two kids
Her husband beat her; so many times she tried to leave and, finally, she did
Through her counselor she’s learning not to get involved with another abusive man, Lord have mercy!
So get on down to your shelter and please put a little something in her hand

Now I’m not pointing any fingers, I’m not placing any blame or trying to justify
But I swear that there, but for a couple twists of fate, go I

And this is not a protest song; it ain’t about right or wrong
But to each other we all belong and when we give it makes us strong
But hey! This can’t be a protest song

N-o-o-o-o!

This is not a protest song; it ain’t about right or wrong
So just leave your politics at home, ‘cause when we give it makes us strong
But it ain’t a protest song…

Mi hermano es una persona sin hogar, duerme en el suelo, bajo un arbusto
Durante el día es pintor, sus brillantes obras están por toda la ciudad
A pesar de la bebida y sus demonios, creo que lo hace lo mejor que puede
Así que si ves a mi hermano en la calle, ponle algo en su mano

Mi tía está loca de remate; cayó directamente por las grietas del sistema sanitario
Apartó a todos sus amigos y familiares con ataques físicos y verbales
Ella no irá nunca a un albergue, así que consigue su comida en el cubo de la basura
Así que si ves a la loca de mi tía en la calle, en alguna parte, ponle algo en su mano

Pero esta no es una canción protesta; no va de lo que está bien o mal
Todos nos pertenecemos, unos a otros; y cuando damos nos hacemos fuertes;
Pero, eh, ésta no es una canción protesta

En tu albergue local, encontrarás a una mujer con sus dos hijos
Su esposo la golpeaba; muchas veces trató de dejarle y, finalmente, lo consiguió
A través de su consejera está aprendiendo a no relacionarse con otro maltratador, ¡Señor, ten piedad!
Así que ve a tu refugio y pon algo en su mano.

Ahora no estoy señalando a nadie, no estoy culpando, ni tratando de justificar
Pero juro que yo misma estaría allí por un par de golpes de fatalidad

Y esta no es una canción protesta; no va de lo que está bien o mal
Pero nos pertenecemos, unos a otros, y cuando damos nos hacemos fuertes
¡Pero eh! Ésta no puede ser una canción de protesta

N-o-o-o-o!

Ésta no es una canción protesta; no va de lo que está bien o mal
Así que deja en casa tus ideas políticas, porque cuando damos nos hacemos fuertes
Pero no es una canción protesta…

Referencias:

René Marie. 2016. Sound of Red. Motema.

 

Maratón Popular de Madrid 1978

Casi 7.000 personas tomaron la salida del parque de El Retiro en la primera Maratón de Madrid que, al final, ha batido récords, tanto de participación como de tiempo invertido en el recorrido. Casi 7.000 entusiastas, mayores y niños, hombres y mujeres, dieron con el deporte y el esfuerzo una noble respueta a la gran ciudad, elemento cada vez más hostil y deshumanizado. […]

Referencias:

Paellas, «running» y fallas

El mundo de las fallas afronta en los próximos días dos retos a su poder de convocatoria. El más cercano es el del «Comboi de récord» que, a estas alturas, todavía no está conseguido. El vicepresidente de la Junta Central Fallera, José Manuel Acosta, reconocía ayer que está cubierta «al 70 por ciento» la inscripción para participar en la realización de tres mil paellas a la vez que permita a Valencia ingresar en el libro por la mayor cantidad de preparaciones culinarias realizadas a la vez. El trastoque de fechas ha propiciado esta ralentización, por lo que desde los diferentes estamentos de la fiesta se ha hecho un llamamiento para que sean las comisiones las que encabecen el «arreón» final para alcanzar el objetivo. Las paellas se cocinarán en la Alameda y podrán participar parejas de cualquier condición. De hecho, se está barajando incluso que tomen parte en la misma las 13 candidatas y siete jurados a fallera mayor (lo que supondría diez paellas) como forma de apoyar el evento (Alicia Moreno y la corte presidirán el acto). Clubes deportivos y entidades sociales también están invitados a tomar parte en el evento.

Y también para correr o animar
También ayer se presentó una acción en la que los falleros tienen un nuevo reto por delante: conseguir que 500 de ellos participen en el Medio Maratón de Valencia. En caso de conseguirlo, la Fundación Trinidad Alfonso y tres casas patrocinadoras aportarían cinco euros por cada uno de ellos.

Las comisiones de falla han alcanzado una notable participación tanto en este evento como en el Maratón dentro del particular concurso de animación, que la Fundación prima generosamente con galardones económicos. Se subrayaba en la presentación la capacidad asociativa de las fallas para dos vertientes: la cada vez más creciente formación de «clubes de correr» y vender la imagen de fallas en un evento de carácter internacional. Probablemente, la fallera mayor Alicia Moreno participe en el 10K del maratón.

Referencias:

Domínguez, M. 2016. “Paellas y ‘running’ ponen a prueba el poder de las fallas.” Levante. El Mercantil Valenciano, 27/09/2016.  http://www.levante-emv.com/fallas/2016/09/27/paellas-running-ponen-prueba-fallas/1472012.html (consultado el 30.09.2016).

Correr para conocer lugares

Echo de menos eso que algunos llaman turismo runner. Para mí significa correr para conocer los lugares que visito al mismo tiempo que aprovecho para hacer fotos (las fotos se hacen, no se tiran).

Muchas veces he pensado que tengo memoria fotográfica, porque recuerdo a través de las fotografías que hago. Como aquélla mañana de invierno en Barcelona.

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Glòries, al incio del Distrito 22@.

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Estación de bicing.

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Parecía que bajo el puente del Carrer de la Marina (esq. Meridiana) pasara un río (o rambla), pero no, pasa un campo de fútbol.

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Un buen lugar para tomarse un vino con vistas a una maravilla.

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Las paredes se tuercen.

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Un restaurante de buenos recuerdos.

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Empleados públicos descuelgan un cartel en la Vía Laietana.

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Cerca de Santa Ágatha está el Museo de la Ciudad (imprescindible).

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Tuve suerte, justo cuando pasaba abrían el claustro de la Catedral.

—“Pero si quiere entrar quítese la gorra, por favor”.

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Al final de Canuda, un escaparate de una librería catalana en una plaza dedicada a Madrid.

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Nunca había visto el Moll de la Fusta con tan poca gente.

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Algunos están empeñados en que La Barceloneta desaparezca.

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¿Qué pensará aquel hombre que camina por la playa?

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Nubes y torres.

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Puerto Olímpico.

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Me acerqué a conocer el estadio del que hablaba Pucurull.

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Pillando olas al amanecer, playa de la Mar Bella (Adrián me dijo que es el mejor momento).

En este enlace la música.

Efectos mariposa

A las ciencias sociales no les gusta mojarse mucho con las realidades complejas, con las prácticas de lo cotidiano que no siguen sus pretendidas leyes. […]

La realidad no es tanto como un desfile, sino como una fiesta a la que ademas siempre se llega tarde. Cuando llegamos a una celebración, y ya está comenzada, todo nos puede parecer un poco caótico, y necesitamos ir metiéndonos por algún lado hasta situarnos en el ambiente. ara los que ya están dentro de la fiesta no es tanto caos, sino que la complejidad ya la tienen asumida y están con sus estrategia en el grupo en el que se mueven. Diferente del desfile donde el que mira desde fuera lo ve todo claro, y el que está dentro apenas percibe la cabeza del de delante y los movimientos del de al lado. En la fiesta, el que ya está implicado tiene sus posiciones e interpreta desde su ángulo y su grupo de referencia, y el que viene de fuera ha de construir aún su estrategia de acercamiento, interpretación y acción. Pero no puede parar la fiesta para contar cuánta gente hay, qué tipos de grupos, etc. Pues si hiciese algo de esto (como un coleccionista de mariposas) mataría la espontaneidad y las relaciones fluidas tal como se están dando en el proceso por sí mismo. Imaginemos que se trata de un baile de disfraces (por ejemplo, con vestidos de mariposas), donde el contar el número de las que hay y los tipos que se ven a primera vista puede ser interesante, pero no nos da el carácter de la fiesta (o del aburrimiento) ni las relaciones complejas entre quienes allí están.

Se pueden hacer otras cosas en las fiestas que dan mejores resultados. Por un lado, se podría seguir a un grupo o a unas parejas para ver cómo es su comportamiento, incluso hacer alguna conversación aparte, y/o grabar las evoluciones de este caso escogido, para profundizar en los comportamientos, las motivaciones, que puedan ir mostrando. Estos “estudios de caso” darían más información de una parte de los disfrazados, pero el conjunto quedaría sólo con los datos cuantitativos. Y el saber interpretarlo (tanto lo “cuanti” como lo “cuali”) quedaría en manos del observador que llega tarde. Otra forma, que suelen llamar participativa, es ponerse un disfraz de mariposa y “mariposear” entre los grupos para, “desde dentro”, entender cómo está la fiesta y, con los demás, tratar de divertirse o de hacer lo que les parezca más conveniente. En este caso se pierde el distanciamiento del que viene de fuera, pero también se puede perder la perspectiva crítica al pasar a ser uno más de la fiesta. La fiesta de disfraces de mariposas, como cualquier proceso complejo, necesita de algún elemento semi-externo (poner la música, atender las bebidas, etc.) para ser más creativas y divertida. Si todos y todas se limitan a disfrazarse y a ir a su aire, puede que a la larga se establezca algún proceso interesante, pero previamente puede haber conflictos por el tipo de música o por otros temas no previstos, incluidos los sectarismos entre grupos. No conviene idealizar lo participativo.

Así que en nuestras redes de implicación social pensamos que hay que saber estar en estas situaciones, de la sociedad compleja, para que desde el caos se puedan ir autoorganizando procesos para multiplicar los posibles “efectos mariposa”. Está bien hacer “derivas” y perderse en la fiesta, cruzar espacios y disfrutar […] pero con esto aún no llegamos a los “efectos mariposa”, donde la fiesta se desborda en acontecimientos más creativos y más operativos. Los efectos mariposa nos indican que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un proceso pueden construir grandes transformaciones en los resultados obtenidos. ¿Las ciencias sociales se plantean interpretar sedentariamente lo que creen que está pasando?, ¿o bien se plantean implicarse en procesos para ser operativas en algún grado y, dede los cambios, monitorear con la gente adónde quiere ir? Si en la fiesta de disfraces comprobamos qué músicas, qué juegos, qué ingredientes de comer o beber son los que van dando mejor resultado, seguramente se podrá ir potenciando el buen ambiente y la gente se lo pasará mejor. Hay algo de provocación negociada con los que manejar estos ingredientes para que la fiesta coja su tono y vaya marcando por sí misma (gritos, risas, juegos, etc.) su propio camino. Desde luego el efecto mariposa [movimientos transformadores, en parte, de una realidad concreta] nunca depende de tal o cual variación preconcebida, sino de la conjunción no prevista de ingredientes que se puedan dar en un momento. Pero si ni siquiera existen los ingredientes mínimos, es muy difícil que la fiesta pueda funcionar a pleno rendimiento.

Referencias:

Villasante, Tomás R. 2006. Desbordes creativos. Estilos y estrategias para la transformación social. Madrid: Los libros de la catarata.

El baño de los dioses

La playa de la Fosca siempre ha dado grandes nadadores. Antes de la guerra los mejores eran Josefina y Francesc Dalmau, hijos del doctor Laureà Dalmau, escritor y diputado en el Parlament por Esquerra Republicana. En las tardes de agosto, mientras paseaban por los pinares del Mas Juny y del Mas del Vent, los veraneantes comentaban con admiración el estilo elegante y la resistencia de los hermanos Dalmau. Ignoraban que el futuro de los dos se iba a escribir precisamente en aguas del Mediterráneo.

El primero en enfrentarse a su destino fue Francesc: prisionero en la batalla del Ebro y recluido en el campo de Punta Carnero, se escapó y atravesó a nado la bahía de Algeciras, hasta Gibraltar. Cuando ya se creía a salvo, lo abordó una barca.

-¿Adónde va?

-Me he escapado. Quiero pedir asilo político, dijo agotado por la travesía.

Los soldados ingleses le miraron y, sin perder la flema, añadieron:

-Lamentamos comunicarle que deberá seguir nadando. Todavía no se encuentra en aguas británicas y aquí no podemos ayudarle.
Seguir leyendo…

Referencias:

Nadal, Rafael. 2012. «El baño de los dioses.» La Vanguardia, 10/08/2012.

Dos tradiciones

Las formas del deporte que surgieron en Europa durante el siglo XIX se extendieron desde dos centros, cada uno de los cuales vincularon el deporte con la masculinidad, el nacionalismo y las aspiraciones coloniales. Empleando la gimnasia y la calistenia, la tradición europea continental (el movimiento germano Turnen fue el más influyente a nivel mundial) vinculó la educación física a la fortaleza nacional y la pureza de la raza. La tradición británica, por su parte, se fijó en los juegos de pelota y en las carreras, y estaba imbuída por la doctrina de la muscular Christianity. Los defensores de esta doctrina veían la práctica del culto al cuerpo como un medio para un fin que tenía en cuenta no sólo la fe cristiana, sino también la rectitud moral, la pureza racial, la masculinidad, y la acción al servicio de Dios, su país y el imperio. […] Muchas escuelas públicas británicas estaban dirigidas por devotos de la muscular Christianity, lo que llevó a la consecuente asociación del deporte con las escuelas públicas y las universidades de élite a las que alimentaban. El modelo británico se exportó a América del Norte donde los deportes encontraron su hogar en las universidades de élite; la versión americana evolucionó y se extendió en paralelo a la expansión imperialista de los Estados Unidos. […]

Referencias:

Besnier, Niko y Susan Brownell. 2012. «Sport, Modernity, and the Body.» Annual Review of Anthropology, 41: 443–59.

Reflejo

El momento en que Alicia atraviesa la cristalina barrera del espejo, que de pronto se transforma en una clara bruma plateada que se disuelve invitando al contacto con las manitas de la niña, siempre me ha parecido uno de los más mágicos de la historia de la literatura, quizá el que ofrece un mito más maravilloso y espontáneo: el deseo de conocer otro mundo, de ingresar en el reino de la fantasía a través, precisamente, de nosotros mismos.

Porque no debemos olvidar que lo que el espejo nos ofrece no es otra cosa que la imagen más fiel y al mismo tiempo más extraña de nuestra propia realidad.

Referencias:

Matute, Ana María. 1998. En el bosque. Madrid: Real Academia Española.

El discurso íntegro de ingreso a la Real Academia Española, junto a la constestación de Francisco Rico, puede descargarse desde este enlace. También se puede escuchar a través del Archivo Premios Cervantes de RTVE.

El sentido del límite y el límite del sentido

Son muchas las referencias que se tienen sobre la carrera de larga distancia en la historia de las culturas, y de todas ellas el pedestrismo griego figura en primera línea. En la 113 Olimpiada de la antigüedad, se dice de Agón de arco Argos, después de haber vencido en la carrera de larga distancia, en el mismo día se volvió corriendo a su ciudad, situada a unos 100 km., para dar la noticia. Tambien Drymos, acto seguido de su victoria olímpica, ha recorrido más de 140 km. hasta su lugar de residencia. Euchidas de Platea, tras la derrota de los persas, recorrió en un solo día los 190 km. de ida y vuelta a Delfos, para renovar el fuego del altar de Apolo, profanado por los persas. En el 490 a.C. quedó inmortalizada la carrera que un correo griego hizo desde maratón hasta Atenas cubriendo la distancia de 42 km. para dar la noticia de la victoria obtenida sobre los persas; según cuenta la leyenda el corredor murió agotado tras cumplir el encargo.

En otro contexto espacial y temporal, las carreras de relevos de los «chasquis» (correos incas) hacían posible que las noticias entre Quito y Cuzco (separados unos 1600 km.) llegarán en 8 días. Los hotentotes y los bosquimanos en África del Sur han sido caracterizados como potentes corredores que practican la caza de persecución para capturar animales a la carrera. Los seri del Golfo de California o los huicholes de la meseta mexicana también se citan como potentes marchadores y corredores, capaces de cazar a la carrera liebres y ciervos. Los guaraníes sudamericanos cazaban a la carrera al ñandú y entre los aborígenes australianos se habla de hombres que han capturado canguros con las manos, corriendo tras ellos. Los sioux y otras tribus norteamericanas de las grandes praderas organizaban reuniones intertribales para competir corriendo. Los navajos de Nuevo México organizaban largas carreras para propiciar la lluvia y prosperidad de las plantas. Karl Lumholtz descubrió a los rarámuri de finales del siglo XIX como los corredores más resistentes del mundo. Cuenta de un hombre que en 5 días recorrió 600 millas (960 km.) para llevar un mensaje desde Guazapares hasta Chihuahua. De otro modo cuenta también que capturaban a la carrera a caballos montaraces (salvajes), y perseguían a un venado durante varios días hasta capturarlo y darle muerte.

Dentro del contexto europeo y como precedente de las modernas carreras de competición tenemos las carreras pedestres inglesas realizadas entre algunos sirvientes en la distracción llamados «footmen», quienes en el siglo XVI corrían al lado o delante de los carruajes para evitar que se ladearan peligrosamente y para guiar a las caballerías por entre los malos tramos del camino. Más tarde, en el último cuarto del siglo XIX tomaron auge las carreras de largo recorrido, animadas por la competencia entre los corredores profesionales de Inglaterra y EE.UU., O’Leary, en 1876, ganó una carrera de seis días recorriendo 836 km, distancia que se fue superando año tras año para que en 1888 Littlewood pusiera recorrer 1003 km con un promedio de 167 km por día, a una velocidad media de 7,6 km por hora (al descansar un total de 15 horas y 19 minutos). Weston, en 1909 y con 71 años de edad, recorrió en 105 días el trayecto de 6.270 kilómetros, durante su dedicación a la carrera de competición recorrió unos 136.800 km.

Correr grandes distancias no es nada nuevo, pero, ¿por qué todo esto? El deseo o el afán por superar algún «límite» ha sido y es una constante en la historia humana. La participación en carreras de largo recorrido, bien sea para ganar, para rebajar tiempo, o simplemente para llegar, de acuerdo a la capacidad física y mental de cada uno, es un reto para muchos; reto que supone probarse a sí mismo y compararse con los demás con la intención de ser mejor. Pero, además de ello, las carreras ultralargas se han convertido dentro de la sociedad moderna avanzada en un recurso para crear vínculos de identidad, espacios de interacción que compensan la falta de compartición, de encuentro y comunicación social existente en la vida diaria. Participar en carreras que exigen una gran resistencia física, es utilizado por no pocas personas como una manera inconsciente de adscribirse a un grupo de iguales que comparten las sensaciones de haberlo logrado, de haber demostrado autenticidad a través del sacrificio corporal. Los motivos y los sentidos que se desprende de las carreras ultra largas son, sin embargo, diversos al comparar sociedades con modelos culturales distintos.

Referencias:

  • Acuña Delgado, Ángel. 2003. «El sentido del límite y el límite del sentido: 101 kilómetros en 24 horas.» En Culturas en juego. Ensayos de antropología del deporte en España, editado por F. Xavier Medina y Ricardo Sánchez, 275-295. Barcelona: Icaria e Institut Català d’Antropologia.

[elimino las referencias bibliográficas del texto original.]

Un defecto peculiar

Nosotros los humanos modernos somos unos primates, e incluso podemos decir unos humanos, extraordinariamente sociales, que estamos muy atentos, de forma permanente, a las señales que nos llegan desde los otros humnaos, y que nos ayudan a leer sus mentes y predecir sus actos. Para ser más eficaces reaccionamos con prontitud ante estímulos muy simples y aislados. Escrutamos con tanta intensidad la cara de nuestros congéneres que apreciamos en ella hasta el más leve signo de cambio. La vida social es una gran partida de mus.

Y ahí está la clave de por qué la naturaleza se llenó de espíritu (o de espíritus). Es tan grande nuestra capacidad de análisis, es decir, de descomposición de la realidad en partes cada vez más pequeñas, que finalmente cometemos fallos estrepitosos de interpretación pese a nuestras portentosas facultades cognitivas, equivocaciones en las que ningún otro animal incurriría. Así, los objetos más sorprendentes reciben valores emocionales, porque se les atribuyen erróneamente cualidades humanas; como señalaba Lorenz: «las escarpadas paredes rocosas o las sombrías nubes de tormenta que se agrupan tienen el mismo valor expresivo que una persona erguida en plan amenazador e inclinada algo hacia adelante, en actitud demostrativa de sus intención». Los arcos superciliares del ágila parecen arrugas de la frente, y, junto con la comisura de la boca estirada hacia atrás, proporcionan al animal una apariencia de obstinada determinación. Como el camello o la llama tienen la cabeza alta, con el orificio nasal por encima del ojo, y la comisura de la boca baja, nos parece que nos miran con desdén: son animales que resultan «antipáticos».

También atribuimos a los animales propiedades estéticas: el hipopótamo es torpe, el flamenco airoso y elegante; y lo que es aún más significativo, también asignamos cualidades éticas a los animales: el lobo es el malo de los cuentos y los cabritillos son los buenos, la hormiga es trabajadora y la cigarra holgazana, etc. Por resumirlo en una experiencia que todos hemos tenido, a Lorenz, cuando era niño, le parecía que un vagón de metro que tenía las persianas de las ventanas medio bajadas le miraba gravemente. Es tan importante el papel que juegan los ojos como elemento de referencia de la cara, que todo objeto con orificios, como una casa con sus ventanas, tiende a recordarnos a una cara, a la que damos incluso expresión simpática o desagradable en relación con la disposición de las estructuras que rodeen a las supuestas ventanas, y a las que rápidamente obligamos a convertirse en nariz, boca, cejas, frente, pelo.

Esta curiosa forma de percibir erróneamente como humanos a los seres, animados o inanimados, que no lo son, junto con la capacidad de contar historias en las que esos seres aparecen, es lo que hizo animarse a la naturaleza. La gran ventaja que se derivó de este peculiar defecto es que ayudó al hombre a entender los fenómenos naturales. Si la consciencia individual surgió porque es útil mirar las cosas desde el punto de vista del otro, al que también se le supone consciencia, el ponerse en el lugar de los demás seres de la naturaleza, es decir, reconocerles consciencia, es una forma no científica, pero eficaz, de hacer Biología y Geología. Y también Geografía, porque la mejor manera de grabarse en la mente un mapa, y de compartirlo con los demás miembros de una comunidad, es asociando los elementos del paisaje con personajes e historias. Desde La Granja de San Ildefonso (Segovia), donde ha pasado muchos veranos de mi vida, se contempla una enorme montaña que, por su forma se llama La Mujer Muerta, y también otra montaña que se conoce como El Montón de Trigo. [294-295]

Referencias:

  • Arsuaga, Juan Luis. 1999. El collar del neandertal. En busca de los primeros pensadores. Madrid: Temas de Hoy.

Bullfighting

No deja de sorprenderme encontrar una entrada para la tauromaquia (bullfighting) en una enciclopedia dedicada a los deportes. Quizá sea por el hecho mismo de que la palabra “deporte” encierra tantas y tan diversas interpretaciones, que no nos resulta sencillo ponernos de acuerdo cuando la empleamos.

Pero me llama más la atención que después de un primer párrafo genial, que firmaría cualquier buen científico social alienígena (por aquéllo de ¿qué diría un marciano que aterrizara por aquí y tuviera que hacer un informe sobre las corridas de toros?)…

Las corridas de toros se practican, principalmente, en España y, en menor medida, en México, América Central, Sudamérica, el sur de Francia y Portugal. Su existencia depende de (1) un suministro amplio y constante de toros «nobles» o «bravos» (es decir, toros criados especialmente para embestir agresivamente en línea recta); (2) un suministro amplio y constante de jóvenes pobres [dispuestos a  ser toreros]; (3) un gran número de personas practicantes del culto al héroe y adictas a las emociones fuertes que le ofrecen representaciones de coraje físico en estado puro; (4) un número menor de aficionados obsesionados con los detalles técnicos e históricos; y (5) generaciones de escritores e intelectuales taurinos que consideran las corridas de toros un arte más que un deporte. A lo largo de cualquier año se llevan a cabo, aproximadamente, unas 10.000 corridas de toros en todo el mundo, por lo general en el contexto de una festividad religiosa local, que también puede incluir encierros con toros (o vacas) bravos atravesando las calles de cualquier ciudad, como sucede en las famosas fiestas de Pamplona.

…continúe con algunas barbaridades del tamaño de la catedral de Burgos. Nada mejor que un ejemplo para mostrar lo que quiero decir:

Las reglas de una corrida típica requieren de un toro de unos cuatro o cinco años de edad, que será «picado» en todo lo alto con una larga lanza, para después ser debilitado aún más por las banderillas y por los pases, arriesgados y llamativos, de los toreros y, finalmente, ser matado con una espada empujada por una hombre que viste ropa decorativa en lugar de ropa de protección. Dado que los caballos de los picadores (los jinetes que perforan al toro con lanzas durante la primera etapa de la lucha) llevan en la actualidad un acolchado grueso, la crueldad con los animales se convierte en un elemento accesorio, no fundamental, para la mecánica real de la corrida, es decir, resulta más aparente que real. De hecho, las corridas de toros han creado una reserva ecológica para el toro bravo ibérico, una especie tan rara y única como el búfalo americano, que ahora es acariciado y mimado por los ganaderos. Por otra parte, el concepto arcaico de la virilidad que anima el espectáculo requiere de un digno oponente en todo momento (existen mujeres toreros, pero todavía se las considera como anomalías, del mismo modo que sucede con los enanos y los toreros cómicos). Por eso mismo, el público hispano muestra siempre su desaprobación si perciben que un toro está siendo manejado [lidiado] de manera incorrecta o maltratado. Sin embargo, la psicología de ambos, artistas y espectadores, es totalmente sadomasoquista, como no podría ser de otro modo en un espectáculo que muestra una matanza pública y un riesgo innecesario de la vida humana. Para el estudiante reflexivo del deporte mundial, las corridas de toros plantean cuestiones de naturaleza moral o ética mucho más serias que las que plantean los exaltados activistas en relación a los derechos de los animales.

Madre mía. A ver si encuentro tiempo (y ganas) para terminar de leer el artículo.

Referencias:

  • Mitchell, Timothy. 1996. «Bullfighting.» En Encyclopedia Of World Sport: from Ancient Times to the Present, editada por David Levinson y Karen Christensen, 63-68. Santa Barbara: ABC-CLIO.

High Five

Es agradable creer que algo tan magnífico como el high five pudo inventarse una sola vez, en un instante romántico e inolvidable. Pero la verdad es que este tipo de cosas se reinventan muchas veces, por muchas personas—hay tantos mitos reescritos a lo largo del tiempo […] En última instancia, la historia del high five es una historia de fantasmas, sobre cómo recordamos y de lo mucho que queremos que nos recuerden.

—Jon Mooallem

 

Referencias:

El Puzzle

Sin nuestra pieza, el puzzle no va a estar completo. La sociedad está hecha de unas cuantas piezas. Si yo compro un puzzle, cuando descubro que me falta una pieza, ese puzzle ya no me sirve. Ese puzzle debe completarse.

—Luis, persona sin hogar en Madrid

Referencias:

La mesa de trabajo del hámster

Una vez que la mesa está dentro es mucho más fácil de controlar porque tienes algo a lo que agarrarte y algo con lo que parar. […] Pienso que, en el futuro, las nuevas versiones podrían incluir algún tipo de freno.

Referencias:

La soledad del corredor de fondo

Ellos pueden pasarse todo el día espiándonos para ver si hacemos alguna de las nuestras, si trabajamos bien o si hacemos «atletismo», pero no pueden sacar una radiografía de nuestras tripas para averiguar qué nos estamos diciendo nosotros mismos. Yo me he hecho toda clase de preguntas y he reflexionado sobre mi vida hasta el momento presente. Y me gusta hacerlo porque entretiene; ayuda a pasar el tiempo y hace que el Borstal no parezca ni la mitad de malo de lo que decían los muchachos de nuestra calle. Y la chorrada está de las carreras de fondo resulta lo mejor de todo, porque me hace pensar también que aprendo las cosas aún mejor que cuando estoy en la cama por la noche. Por lo demás, con esto de pensar tanto, mientras voy corriendo me estoy convirtiendo en uno de los mejores corredores del Borstal. Ahí no conozco a nadie que haga sus cinco millas mejor que yo.

Tan pronto como me digo que soy el primer hombre que ha caído en este mundo, y tan pronto como, a primeras horas de la mañana, cuando ni siquiera los pájaros se siente con ánimo para cantar, salgo de un salto tremendo a pisar la hierba helada, me pongo a pensar, y esto es lo que me gusta. Doy mis vueltas en un sueño. Doblando los recodos de una vereda o de un caminito sin enterarme si quiera, saltando arroyos sin darme cuenta de que están allí, gritando los buenos días, sin verle siquiera, a un ordenador de vacas la mar de madrugador. Sí, da gusto ser corredor de fondo, encontrarse a solas en el mundo sin un alma que le ponga a uno de mala uva, o que le diga lo que debe hacer, o que le diga que a pocos pasos, en la calle de al lado, hay una tienda que descerrajar. A veces pienso que nunca he sido tan libre como durante el par de horas que troto fuera de las puertas, subiendo por el sendero y doblando el roble aquel de cara pelada y barriga enorme del final del camino. Entonces todo está muerto, pero con una muerte buena, porque ha muerto ya antes de haber vivido, y no después de vivir. Así es como lo veo yo. Se lo advierto, muchas veces, al empezar, estoy tieso de frío. Me parece no tener manos, ni pies, ni nada de carne en el cuerpo, lo mismo que si fuese un fantasma que ni siquiera se enteraría de que tiene el suelo debajo si de vez en cuando no lo viese a través de la niebla. Pero aunque ciertas personas, si escribiesen en una carta sobre esto a sus mamaítas, dirían que sufren un frío tremendo, yo no lo digo, porque sé que dentro de media hora habré entrado en calor, que cuando llegue la carretera y tuerza hacia el sendero de los trigales, junto a la parada del autobús, me sentiré tan caliente como una estufa de panza redonda y tan feliz como un perro con un rabo de hojalata.

Es un vida buena, me digo a mí mismo, con tal de que uno no se dé por vencido ante los guardias, ni los amos de los Borstales, no todos los demás cochinos que están dentro de la ley. Trot-trot-trot. Paf-paf-paf. Slap-slap-slap, corren mis pies sobre el duro suelo. Flis-flis-flis, a medida que mis brazos y costados rozan las ramas desnudas de los arbustos. Porque ahora tengo 17 años, y cuando me suelten —si me decido y procuro que las cosas cambien— intentarán meterme en el ejército, ¿y qué diferencia hay entre el ejército y el sitio donde estoy ahora? A mi no me engañan, esos canallas. He visto el cuartel cerca de donde vivo, y si no hubiera pipis con sus fusibles, de guardia en el exterior, uno no conocería la diferencia entre sus altas paredes y el sitio en el que me encuentro ahora. Y aunque los quintos salgan de tarde en tarde durante la semana a por un cuartillo de cerveza, ¿que? ¿No salgo yo cada dos días a mi carrerita de fondo con lo que vale cincuenta veces más que emborracharse? La primera vez que me dijeron que correría sin un guardia pedaleando en su bici mi lado, no podía creerlo; pero dijeron que aquel Borstal era un establecimiento progresivo y moderno; aunque a mí no me engañan, porque, por lo que me han contado, sé que es exactamente lo mismo que otro portal cualquiera, excepto que me dejan trotar por el campo de este modo. Un Borstal es un Borstal, hagan lo que hagan; pero de todos modos yo gruñí un poco, quejándome de que era un poco peliagudo eso de soltarme tan temprano a correr cinco millas con el estómago vacío, hasta que a fuerza que hablar me hicieron cambiar de pensamiento y decidir que tampoco era tan malo —cosa que ya sabía desde el principio—, y ellos me dijeron que era un buen deportista y me dieron palmadas en el hombro y yo les prometí ganar para ellos la Borstal Blue Ribbon Prize Cup for Long Distance Cross Country Running (All England). Y ahora, cada vez que viene de visita, el gobernador me habla casi como hablaría a su caballo de carreras, si lo tuviese.

Referencias:

  • Sillitoe, Alan. [1959] 2007. La soledad del corredor de fondo. Madrid: El tercer nombre.

Comercialización del Deporte

Desde que, a primeros de este mes, los organizadores recibieron la carta con la propuesta del Ayuntamiento, se han sucedido numerosos comentarios a la noticia en los medios digitales. Luis Blanco, en su columna de la web de su programa A Tu Ritmo de Capital Radio, ha sido de los primeros que se hicieron eco de la noticia, y ayer mismo trataba este tema en una entrevista con Javier Odriozola (min 16:00), firmante de la carta como Director General de Deportes del Ayuntamiento de Madrid, así como con José Cano (min 49:00), organizador de la carrera popular que lleva su nombre. Alfredo Varona, por su parte, titulaba en Público que la carta del Ayuntamiento supone un «Frenazo a los elitistas precios de las carreras populares de Madrid.»

Puede que Allen Guttmann y el resumen que hace de la teoría marxista sobre los efectos de la comercialización en el deporte moderno nos ayuden a comprender parte del origen de esta polémica.

A comienzos del siglo XIX, los deportes modernos eran—como el propio capitalismo—una fuerza progresista, más democrática que los deportes medievales a los que reemplazaron; pero el desarrollo del capitalismo industrial llevó a formas de explotación aún más denigrantes que las del feudalismo. Los deportes empezaron a jugar un papel cada vez más conservador y reaccionario. Una señal de lo anterior ha sido su intensa comercialización […] La tendencia a transformar el comportamiento humano en transacciones de mercado ha convertido a los deportes en un asunto de pérdidas y ganancias. Las estructuras del deporte amateur reclaman la venta de entradas en los partidos universitarios y el patrocinio de las reuniones de organizaciones deportivas como la AAU. Las industrias dedicadas a los productos deportivos—tanto de de bienes como de servicios—son grandes y complejas. La estructura del deporte profesional, por otra parte, es abiertamente comercial. Los equipos son propiedad de corporaciones o millonarios embaucadores que se aprovechan de las ventajas fiscales que les ofrecen las leyes para enriquecerse económicamente, mientras se quejan todo el tiempo de que pierden dinero con sus franquicias. La Major League Baseball depende de la exención especial de la legislación antimonopolio que le ha otorgado el Tribunal Supremo, mientras que otros deportes de equipo profesionales cojean con las amortizaciones por depreciación de sus jugadores, los enormes beneficios de la publicidad de televisión, los estadios cedidos por ayuntamientos que muestran su agradecidecimiento siendo estafados, o con el apalancamiento debido a la titularidad de monopolios que se encuentran en el límite de lo legal. ¿El resultado?: quinceañeros que se venden a sí mismos en régimen de semi-esclavitud a cambio de unos millones de dólares; atletas «amateurs» que, bajo cuerda, ganan lo suficiente para justificar quejarse de lo que pierden cuando se hacen profesionales; y el uso y abuso de drogas que acompañan a un desesperado deseo por hacerse con una parte del premio de los ganadores. En resumen: una imagen muy poco atractiva. [pág. 64]

He eliminado las referencias a los países del antiguo bloque soviético—la edición original es de 1978—porque, como el propio Guttmann reconoce, muchas de las críticas que la teoría marxista dirige hacia la práctica deportiva en países capitalistas también pueden aplicarse a los comunistas. Seguidamente, el autor realiza una dura y profunda crítica a teoría marxista, aunque reconoce estar de acuerdo con los efectos de la comercialización del deporte, eso sí, con algunos matices:

[…] no debemos asumir erróneamente que la comercialización es el único responsable de todos los males del deporte moderno. Muchos de ellos son específicos de la comercialización: el rechazo a los deportes que no muestren ser rentables, costes excesivos que limitan el acceso a instalaciones que deberían estar a disposición de todos, la mutilación por la publicidad de los partidos televisados, o la manipulación de las parrillas de programación para ofrecer los partidos en «prime time» y así asegurarse una buena audiencia. La mayor parte de las dolencias del deporte moderno, sin embargo, han infectado a todas las sociedades modernas y no pueden asociarse de forma simple a la comercialización: un énfasis exhacerbado por ganar, engañar, utilizar drogas, entrenar a niños en deportes altamente competitivos, y la tendencia de convertir cualquier forma de juego en una competición. [pág. 73]

Las citas anteriores son traducciones mías del texto seminal de Allen Guttman. Publicado originalmente en 1978, el libro volvió a editarse en 2004, conservando el contenido original, pero añadiendo un epílogo. En él, Guttmann se reafirmaba en sus tesis iniciales sobre el origen y características del deporte moderno, mientras que revisaba la vigencia de los supuestos sobre la especificidad de deportes típicamente estadounidenses—el baseball y el fútbol americano—y, más concretamente, sobre una supuesta relación entre la práctica deportiva y el «carácter nacional».

Tanto el uso del espacio público en las ciudades, como la relación entre deporte y clase social son temas recurrentes en los desarrollos teóricos sobre la ciudad. Espero leer—y escribir—alguna cosa más sobre éstos y otros muchos problemas aprovechando el Trabajo de Fin de Grado en Antropología que este curso presentaré en la UNED. Trataré de hacerlo ameno para no aburrir a los pocos lectores que aún siguen atentos a este descuidado cuaderno.

Referencias:

  • Guttmann, Allen. [1978] 2004. From Ritual to Record: The Nature of Modern Sports. New York: Columbia University Press.

Bebamos

Son las seis y media de la mañana, y estamos junto al Palacio Real de Madrid. Debe hacer unos dos grados bajo cero, y para celebrar que hoy es Nochebuena, hemos decidido llevar la mochila cargada de polvorones y mantecados, botellines de cava y copas de plástico. Nos paramos unos minutos a brindar, para después invitar a la Guardia Civil a comer polvorones.

Vino vinín, de la copa copín, de la cantincopa. El que no diga tres veces: vino vinín, de la copa copín,de la cantincopa, no beberá ni gota.
– ¿De donde eres?
– De Villarramiel.
– ¿Vecino?
– De Gibraltar.
– ¿Dónde tienes la casa?
– En la plaza.
– ¡Caramba, junto a mi casa!
– ¿Y la viña?
– En la cuesta.
– ¡Caramba, junto a la nuestra!
– ¿Cómo se llama tu mujer?
– María.
– ¡Caramba, como la mía!
– ¿Y tu hermana?
– Ana.
– ¡Caramba, como mi hermana!
– Y cómo es que siendo de Villarramiel, vecino de Gibraltar; teniendo la casa en la plaza, caramba junto a mi casa; y la viña en la cuesta, caramba junto a la nuestra; y llamándose tu mujer María, caramba como la mía; y tu hermana Ana, ¡caramba como mi hermana!¿Por qué no nos conocíamos?
– Porque no bebíamos.
– Para que nos conozcamos… ¡bebamos!

Referencias:

  • Nuevo Mester de Juglaría. 1990. La voz del vino. Universal/Philips.