Latidos

Tengo el cuaderno un poco abandonado, lo sé. No es una excusa, es tan solo que ahora estoy a otras cosas. Espero volver en unas semanas. Hasta entonces, procuren prestar atención a sus latidos.

FOOTFALLS
Thump-thump, thump-thump
bare feet hitting the grass
as I run run run
in the air and like the air
weaving through the trees
skimming over the ground

touching down
thump-thump, thump-thump
here and there
there and here
in the soft damp grass

thump-thump, thump-thump
knowing I could fly fly fly
but letting my feet
thump-thump, thump-thump

touch the earth

at least for now . . .

Referencias:

  • Creech, Sharon, Heartbeat, HarperCollins, 2004, ISBN: 9780060540227.

Mystery Tour

El único modo de superar una prueba es realizarla.
Es inevitable.

— El Anciano Cisne Negro Real.

In a dark dark town,
down a dark dark street,
in a dark dark car,
at a red red traffic light
…three skeletons are waiting.

«What shall we do tonight?»
says the big skeleton.
«Let’s go on a mystery tour,»
the little skeleton says.
«Good idea!» says the big skeleton.
«What’s a mystery tour?»
«I can’t tell you,»
the little skeleton says.
«It’s a mystery!»

Then the red red traffic light
turns green
…and the mystery tour begins.

Referencias:

  • Ahlberg, Allan y André Amstutz (il.) Mystery Tour, London, Puffin, 2006, ISBN: 978-0-14056-679-6.

Este libro pertenece a la serie Funnybones, ilustrada inicialmente por Janet Ahlberg, y continuada por André Amstutz. En The Children’s Poetry Archive pueden escucharse algunos poemas de Allan Ahlberg.

La cita que encabeza este apunte la leí al inicio de un libro sobre un singular viaje interior:

  • Morgan, Marlo, Las voces del desierto (Mutant Message Down Under, 1991), Barcelona, Ediciones B, 2005, ISBN: 9788466624862.

Los hombres famosos

Parece que estos días queramos darle un respiro al reloj. El tiempo está en suspenso para todo menos para el fútbol (dichoso fútbol) hasta el domingo a la hora del partido. Lo malo es que, ganen o pierdan (nótese que no me incluyo), los problemas seguirán en el mismo punto en que se quedaron, sólo que con unos días de retraso.

A través de una amiga me enteré de las bromas que, a cuenta de un mendigo, hacía un periodista deportivo. El fútbol, circo sin pan.

A propósito del «espectáculo de la pobreza», apunto aquí un texto de James Agee recogido en un libro singular, mezcla de ensayo, poesía, etnografía, ensayo fotográfico, novela, cuento, etc. Una rareza, al fin y al cabo, que nació como un encargo de la revista Fortune. A sus editores les picaba la curiosidad por saber cómo vivían los pobres y pidieron a James Agee y al fotógrafo Walker Evans que hicieran un artículo donde mostraran a familias de algodoneros de «raza» blanca del sur de los Estados Unidos. Una buena forma de saciar el hambre de sus lectores. Agee y Evans lo hicieron, pero a su manera, presentando un artículo que sabían que la revista no publicaría. Posteriormente lo ampliaron y convirtieron en un libro con un título singular: Elogiemos ahora a hombres famosos.

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Plenilunio

Plenilunio

Puesta en la mejor práctica estás, luna.
Ay, sí. No hay que agregarle ya por pena
a tu suma de luz cifra ninguna,
mixta en todo de blanca y de morena.
Mas cuando la siguiente se reúna
a seis albas más dos te restan plena,
primero en cueros desde medio arriba
y negra; luego, ya definitiva.

—Miguel Hernández

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Ciudad Laberinto

Error en el reparto

El lechero y el cartero
se han confundido de saca
hoy bebo sopa de sellos
y leo leche de vaca.

Referencias:

  • Mañas Romero, Pedro; Socolovsky, Silvina (il.), Ciudad Laberinto, Pontevedra, Factoría K de libros, col. Trece Lunas Poesía, 1ª edición, 2010, ISBN: ISBN 978-84-92608-26-3.

Pedro Mañas fue el ganador del II Premio Internacional de Poesía para Niños Ciudad de Orihuela en el año 2009. Reseña en Factoría K de Libros.

Zapatillas rotas

Las zapatillas rotas son un orgullo para el corredor, una muestra de que se ha trabajado duro, un trofeo a exhibir. No sucede lo mismo cuando la pobreza te alcanza a los diez años.

Pobreza de los diez años

Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato,
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela… Apenas tercer grado…
Qué largo fue el recreo, el más largo el año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.

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Doña Piñones

Gonzalo hablaba de los imprescindibles. Éste es, sin duda, uno de los míos.

Esteras y esteritas
para contar peritas,
esteras y esterones
para contar perones.
Esta era una vez
una viejecita
llamada María
del Carmen Piñones.

Un libro que podría pasar por menor si lo juzgásemos sólo por su tamaño, pero que merece un lugar especial en mi estantería de poesía. En definitiva, otra buena muestra (y van…) del buen hacer de Ekaré.

Recupero mis buenas costumbres (procuro dejar las malas).

Referencias:

  • Uribe, María de la Luz; Krahn, Fernando (il.), Doña Piñones, Caracas, Ekaré, 1ª edición, 2006, ISBN: 980-257-327-2.

Buscando una imagen con la que ilustrar el apunte leo que ésta es una versión «coloreada» de la primera que se publicó. La pareja artística Uribe – Krahn, que lo fue también en la vida real, nos dejó muchas muestras de su magia. La nueva versión es un hermoso tributo a la autora del texto, fallecida en Barcelona en 1994.

Don Lirón se despierta

Lo leemos a saltos, pasando de la A (de Araña) a la G (de animales de la Granja), luego la M (de Mariquita), la U (de Urraca) y vuelta a la G, que es muy divertida.

Como últimamente le cuesta un poco levantarse por las mañanas, a veces le recito la L (de Lirón).

Don Lirón se despierta

Duerme que te duerme,
duerme don Lirón.
—¡Que ya es primavera,
no sea dormilón!
—a voces le llama el señor Tejón.
Y dando bostezos,
lleno de emoción,
sale a la ventana
de su caserón.
—¡Ah, la primavera,
qué hermosa estación!
Y vuelve a dormirse
el buen don Lirón.

Referencias:

  • Reviejo, Carlos; Aramburu, Javier (il.), Abezoo, Boadilla del Monte, SM, 2ª edición, 2006, ISBN: 84-348-3363-8.

Lo que dura un cuento

TeresaNovoa_VersosVegetales

LO QUE DURA
UN CUENTO

El cuento
de los castaños,
dura muchos, muchos años.

El cuento
de los cipreses,
meses.

El cuento
de la manzana,
dura toda la semana.

El de la judía,
un día.

El de la mora,
una hora.

El del guisante,
un instante.

Y el de la granada,
nada.

Referencias:

  • Rubio, Antonio; Novoa, Teresa (il.), Versos vegetales, Madrid, Anaya, 1ª ed., 2001, 9ª reimp. 2009, ISBN: 978-84-667-0613-1.

Anaya publica sugerentes guías de lectura (proyectos de lectura los llaman) dirigidas a alumnos de Primaria. El de Versos vegetales puede encontrarse en este enlace.

Ficha de Antonio Rubio en Kalandraka y de Teresa Novoa en Anaya Infantil y Juvenil.

El Tigre y la Nieve

La poesía es imprescindible, pero me gustaría saber para qué.

Jean Cocteau

Lo ví en Poesia Infantil i Juvenil.

Referencias:

  • Benigni, Roberto, El Tigre y la Nieve (La Tigre e la Neve, 2005), Twentieth Century Fox, 2007.

Reseña y ficha de la película, entrevista a Roberto Benigni.

Cristina Peri Rossi cita a Jean Cocteau al incio de Evohé, un estupendo libro de poemas (no recomendado para niños) recogido en:

  • Peri Rossi, Cristina, Poesía Reunida, Barcelona, Lumen, 1ª edición, 2005, ISBN: 84-264-1518-0.

Versos Fritos

Don Guindongui

Don Gindongui
y don Domingo
se visten de ringorringo
muy vestidos y elegantes
con su sombrero y sus guantes.

Don Guindongui
se hace «el longui»
a la hora de pagar
las cervezas en el bar.

Don Guindongui
es muy tacaño,
no paga casa
hace un año.

Y vestido de domingo.
los domingos don Domingo
va a misa con el Guindongui.
Después toma aperitivo
en la tasca del tío Mingo,
y le tiene que invitar
don Domingo como siempre
a copita y calamar.

Y a veces cae una gamba.
¡Qué caramba!

Referencias:

  • Fuertes, Gloria; Solana, Javier (il.), Versos Fritos, Madrid, Susaeta, 1ª edición, 1995, ISBN: 978-84-305-6593-1.

El Universo de Gloria Fuertes puede verse en la Biblioteca Central de Madrid (c/Felipe el Hermoso, 4) hasta el 30 de Mayo.

Viaje a Ítaca

Dicen que un maratón no empieza cuando dan la salida para correr los 42 kilómetros 195 metros, sino en el mismo instante en que sueñas —algún día— en correrlo.

Mi primer maratón lo empecé hace ya unos años y el pasado domingo pensaba haberlo terminado, si no fuera porque una estúpida —por el que suscribe— lesión me lo impidió.

Amanecer durante una tirada larga. Casa de Campo (Madrid), Febrero de 2009 - Foto: Commedia.
Amanecer desde el Portillo de los Pinos, durante una tirada larga para preparar el MAPOMA 2009 – Foto: Commedia, Casa de Campo (Madrid), Febrero de 2009.

Estas dos últimas semanas —desde que me lesioné— he tenido tiempo para pensar en lo mucho que me hubiera gustado correr el domingo pasado. Pero ahora, al cabo de esos días, también pienso que nunca lo habría hecho si, a cambio, me hubieran pedido que renunciase a todo lo que he vivido desde que salí, olvidando a quienes me acompañaron siempre —gracias Nieves— y a los que conocí por el camino —corriendo o contando cuentos—. Todo eso —pienso— es lo que da sentido al esfuerzo que supone terminar un maratón, y sin ello no significa nada.

No creo que sea más sabio, aunque puede que ahora empiece a comprender lo que significan las Ítacas.

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La Leyenda de Ulises

…Mi propósito se mantiene
navegar más allá del atardecer, y de los baños
de todas las estrellas del oeste, hasta que muera.
Puede que en los golfos naufraguemos,
puede que las Islas de la Felicidad lleguemos a tocar.

(Alfred Tennyson, Ulises)

La Historia de Troya relata, desde sus orígenes, la guerra y asedio a la ciudad de Ilión, pero también trata (aunque en menor medida) del regreso a casa de los Héroes, cerrando así el llamado ciclo troyano.

El genial Peter Connolly también abordó el tema con La Leyenda de Ulises, un magnífico libro para jóvenes (de todas las edades) donde combina la pasión de las leyendas y el rigor histórico con unas magníficas ilustraciones que nos ayudan a evocar aquella época.

peterconnolly_laleyendadeulises
Una terrible tormenta azotó los barcos de Ulises cuando daban la vuelta al peligroso cabo de Malea, arrastrándolos hacia el mar.

Hace poco tiempo descubrí que este libro, así como otras obras suyas descatalogadas en España (Los Ejércitos Griegos y Aníbal y los Enemigos de Roma) podían descargarse desde esta página. En fin… y yo, haciendo fotos a unos libros viejos.

[29/4/2009] Acabo de comprobar que los enlaces desde donde se podían descargar algunos libros de Connolly ya no funcionan. 😦

Referencias:

  • Connolly, Peter, La Leyenda de Ulises (The Legend of Odysseus), Madrid, Anaya, col. La vida en el pasado, 2ª edición, 1990, ISBN: 84-207-3817-4.

[La versión española de los versos del encabezado corresponde a José Sánchez Compañy, traductor de las obras de Roger Lancelyn Green en Siruela. El poema completo (en inglés) puede leerse en este enlace].

Cólera

¿Fue este el rostro que lanzó un millar de barcos y que hizo arder las torres abiertas de Ilión?
Dulce Helena, ¡hazme inmortal con un beso!

(Marlowe, Doctor Fausto)

«Cólera» es la primera palabra con la que comienza La Ilíada, el monumental poema épico atribuido a Homero, en la que se narran las historias de un buen puñado de héroes de leyenda al final de la campaña de asedio y conquista de la ciudad de Troya. La cólera de la que habla el poema es la de Aquiles, héroe de los ejércitos aqueos, contra Agamenón, su rey.

En una historia donde los dioses se mezclan con los mortales —y no siempre salen bien parados— fue uno llamado Apolo el causante del enredo, aunque lo cierto es que, después de nueve años de intentar saquear Troya sin éxito —la región de alrededores sí recibió lo suyo—, no me extraña que más de uno pensara en romper su promesa y volver a casa dejando a la dulce Helena en brazos del hermoso Paris (que pienso que muy a disgusto no estaba). Los ánimos, sin duda, no estaban como para esperar a ver si se cumplía el augurio de Calcante —predijo que la ciudad caería tras diez años de guerra—.

Figuras de coleccionista en una gran exposición de Clicks celebrada en Madrid - Foto: Commedia
Figuras de coleccionista en una gran exposición de Clicks celebrada en Madrid - Foto: Commedia

Puede que La Ilíada no sea la mejor manera de introducir a los jóvenes lectores a la historia de Troya, pero existen muchas —y muy buenas— referencias que harán que les pique la curiosidad, acercándoles así a la obra de Homero. Un buen comienzo podría ser la obra de Roger Lancelyn Green titulada La Historia de Troya. El libro se sitúa cronológicamente mucho antes de lo que lo hace La Ilíada ya que, de otra manera, se haría imposible seguir la trama —Homero da por sabidas muchas cosas— y está escrito con un estilo fresco y lleno de referencias apasionadas —como la de Doctor Fausto— a otras lecturas, favoritas del autor, relacionadas con las leyendas griegas que, desde entonces, forman parte de nuestra cultura.

Referencias:

  • Green, Roger Lancelyn; Baynes, Pauline (il.), La Historia de Troya (The Tale of Troy, 1958), trad. José Sánchez Compañy, Madrid, Siruela, 1ª edición, 2006, ISBN: 84-7844-966-3.

Una de las traducciones —en español— de La Ilíada más reconocidas es la de Emilio Crespo en la Biblioteca Clásica Gredos, de la que hace poco se hizo una primera edición de bolsillo —barata y bien cuidada—.

  • Homero, La Ilíada, intr. Carlos García Gual, trad. Emilio Crespo, Madrid, RBA bolsillo y Gredos (Biblioteca Clásica Gredos), 1ª edición, 2007, ISBN: 84-7871-000-0.

También puede descargarse una versión digital desde PlanetaLibro en este enlace.

Aunque sólo estaba prevista hasta primeros de Abril, parece que la exposición de Clicks estará abierta hasta mañana (es magnífica).

Infierno y Paraíso

EL AMANTE DIVAGA

Acaso en el infierno el tiempo tenga
La ficción de medida que le damos
Aquí, o acaso tenga aquella desmesura
De momentos preciosos en la vida.
No sé. Mas allá el tiempo, según dicen,
Marcha hacia atrás, para irnos desviviendo.

Así esta historia nuestra, mía y tuya
(Mejor será decir nada más mía,
Aunque a tu parte queden la ocasión y el motivo,
Que no es poco), otra vez viviremos
Tú y yo (o viviré yo sólo)
De su fin al comienzo.

Extraño será entonces
Pasar de los principios del olvido
A aquel fervor iluso, cuando todo
Se animaba por ti, porque vivías,
Y de ahí a la ignorancia
De ti, anterior a nuestro hallazgo.

Pero en infiernos, de ese modo,
Dejaría de creer, y al mismo tiempo
La idea de paraísos desechara;
Infierno y paraíso,
¿No serán cosa nuestra, de esta vida
Terrena a la que estamos hechos y es bastante?

Infierno y paraíso
Los creamos aquí, con nuestros actos
Donde el amor y el odio brotan juntos,
Animando el vivir. Y yo no quiero
Vida en la cual ya tú no tengas parte:
Olvido de ti, sí, más no ignorancia tuya.

El camino que sube
Y el camino que baja
Uno y el mismo son; y mi deseo
Es que al fin de uno y de otro,
Con odio o con amor, con olvido o memoria,
Tu existir esté allí, mi infierno y paraíso.

Referencias:

  • Cernuda, Luis, Poesía Completa, ed. de Derek Harris y Luis Maristany, Madrid, Siruela, 4ª edición, 2002, ISBN: 84-7844-187-5.

Parque del Paraíso

El Parque es, sin duda, un auténtico Paraíso para corredores.

Aquella mañana (entre otros temas) aprovechamos para intercambiar impresiones sobre la nutrida especie de los corredores populares: desde los que disfrutan de un relajado entreno a un ritmo de tantas conversaciones por kilómetro (esta vez, sin molestias en la banda iliotibial), hasta los que se entrenan como si fueran profesionales, robándole tiempo a sus vidas.

Hay muchos lugares que, como El Paraíso, acogen a los que buscan tierra entre el cemento de las ciudades. Dos de esos paraísos, que a menudo frecuento, son la Casa de Campo y El Retiro. A ellos puede entrarse a través de muchas puertas, pero hay una en concreto (la Puerta de Dante) que, de alguna manera, nos recuerda que los parques pueden ser paraísos para corredores, aunque a veces nos empeñemos en convertirlos en algo bien distinto.

La Puerta del Infierno

¿Entramos?

Referencias:

  • Alighieri, Dante, Comedia, trad. Ángel Crespo, ed. bilingüe, Barcelona, Seix Barral, 2004, ISBN: 84-322-2781-1.

El Animal

Hace unos días entré en una librería y, en un libro que abrí al azar, encontré este poema:

El Animal

Cohabito con un oscuro animal.
Lo que hago de día, de noche me lo come.
Lo que hago de noche, de día me lo come.
Lo único que no me come es la memoria. Se encarniza en
palpar hasta el más chico de mis errores y mis miedos.
No lo dejo dormir.
Soy su oscuro animal.

Referencias:

  • Gelman, Juan, Otromundo. Antología 1956-2007, Madrid, Fondo de Cultura Económica – Universidad de Alcalá de Henares, Biblioteca Premios Cervantes, 1ª edición, 2008, ISBN: 978-84-375-0618-0.

La Pobre Viejecita

Hace algún tiempo descubrí que Imaginarium tiene un más que decente catálogo de libros. Entre ellos me gustó especialmente su selección de poesía.

Traigo aquí un precioso cuento en verso de Rafael Pombo, poeta colombiano del siglo XIX, y quizá uno de los primeros autores hispanoamericanos dedicados a escribir poesia para el público infantil. Las ilustraciones de Daniel Sesé son muy divertidas y hacen de su lectura una delicia.

La Pobre Viejecita

Érase una viejecita
Sin nadita que comer
Sino carnes, frutas, dulces,
Tortas, huevos, pan y pez.

Continuar leyendo «La Pobre Viejecita»

A To Trapo

Estamos corriendo… llegaremos para comer.

(A To Trapo)

No entraba en mis planes bañarme en el Mediterráneo un 7 de Diciembre.

Corría por la playa y, a punto de acabar mi entreno, les ví a lo lejos. Era un grupo numeroso y corrían a un ritmo alegre. No sabía si les alcanzaría.

Estaban ya casi al final de la playa de San Juan, a punto de enfilar el sendero que lleva al faro del Cabo de las Huertas, cuando se pararon, suponía que para tomar un respiro. En realidad, me estaban esperando y, cuando me acerqué, empezaron a animarme como si fuera un auténtico campeón. Les dí las gracias por los ánimos, nos presentamos y, mientras empezamos a correr, Jesús me explicó quiénes eran:

— Te veíamos venir detrás en el último kilómetro. Somos de «A To Trapo». Quedamos todos los domingos, si no hay carrera, a las ocho menos cuarto.

¿Sois un club?

En realidad no, aunque echamos una mano a los jóvenes del Club Atletisme Sant Joan. Por no tener, no tenemos ni estatutos. Creo que si llegáramos a tenerlos se acabaría lo nuestro. Mira, en Junio estuvimos en la Penyeta Roja en el Campeonato de España de Carreras de Montaña. Allí estaba la élite. Veías a la Selección de Euskadi, a la de Madrid y, junto a ellos, estábamos nosotros, «A To Trapo». Dieron la salida y no veas cómo corrían. Nosotros nos quedamos acompañando a los de la Cruz Roja.

Lo de los estatutos es cierto. El enlace «Estatutos» de su página web no funciona. Tampoco hay cuotas y sólo «recaudan» cuando hay que comprar algo de material (camisetas, mallas, etc.). El Presidente, según me dijeron, se autoproclamó como tal.

— ¡Y ahora, a ver quién le echa!

Entre risas y charlas, saltando pedruscos al borde del mar, seguíamos corriendo, pero la verdad es que yo llevaba ya un buen tute y no sabía hasta dónde llegarían. Me puse entonces a hablar con Vicente.

Por este sendero se puede llegar hasta Alicante.

Pero… ¿vamos a ir a Alicante?

No, qué va, vamos un poco más allá, hasta unas pozas en el mar donde nos pegamos un baño y luego volvemos para San Juan.

Oye, ¿y el bañador? pregunté, sabiendo la respuesta.

Me dijeron que a la segunda que me tirase entraría en calor. Es cierto, y cuando sales y te pones la ropa la sensación es única. Los pies, hinchados de correr, se encogen (bueno, en realidad, no es lo único que encoge). La vaselina que llevaba Juanma me ayudó a calmar el escozor de la sal, allá donde roza.

Bañá del 1 de Enero de 2008. Más fotos de este tradicional (y refrescante) encuentro pinchando la imagen.
«Bañá» del 1 de Enero de 2008. Más fotos de este tradicional (y refrescante) encuentro pinchando la imagen.

El Baño es una parte más de su recorrido clásico de entrenamiento (archivo para Google Earth aquí):

Punto de encuentro – Cuatro Caminos – Playa de San Juan – Cabo de las huertas – Baño – Miriam Blasco – Escuela Europea – Hospital de San Juan – Benimagrell – Punto de encuentro.

Además, no se conforman con hacerlo en su rutina semanal. Vicente, que fue el que empezó la tradición, me contó que el 1 de Enero vienen siempre a la Bañá.

— Haga el tiempo que haga.

Después del baño y de parar unos minutos a tomar algo, enfilamos por Miriam Blasco, de vuelta a San Juan, y nos despedimos.

No entraba en mis planes bañarme en el Mediterráneo un 7 de Diciembre… pero quizá, algún día de año nuevo, vuelva a hacerlo con los «A To Trapo».

El Mono Ciclista

Eduardo Polo es el autor de Chamario aunque, en realidad, este nombre es un seudónimo utilizado por el poeta Eugenio Montejo para escribir este Libro de rimas para niños, o «chamos», como se les dice en Venezuela. Montejo, a su vez, escribió el prefacio del libro, recordando que su otro yo era conocido como «el mago»

debido a los ritmos y maravillosos efectos que lograba en sus poemas.

Eugenio Montejo (o Eduardo Polo) nos dejó hace poco. Nos quedaron sus poemas, como los que escribió en este pequeño volumen, ilustrado por el fenomenal Arnal Ballester (Premio Nacional de Ilustración 2008) en el que Polo y Montejo juegan con las palabras: las cortan, las retuercen, las vuelven del revés, les cambian los acentos, las inventan, las estiran, las acortan.

Leo sus versos en voz alta (así hay que hacerlo) y no puedo dejar de reirme cuando la lengua se me traba con las palabras que inventan. Para demostrarlo, traigo aquí un poema que cuenta la divertida (y trágica) historia de un mono ciclista.

El Mono

Paseando en biciqueleta
en el mes de feberero,
un mono peretencioso
tuvo un serio toropiezo.

Andaba distaraído
con un ancho somberero,
tan garande que a sus ojos
los tapaba compeletos.

No vio un hoyo en el cespede
de más o menos diez métoros,
en el cual tarabajaban
dos docenas de obereros.

Allí el mono ciquilista
se cayó muy aderento,
faracturándose un codo,
el caráneo y varios huesos.

Al oirse sus guiritos
llegó un doctor pirimero,
después vino un caradiólogo
y el hospital en peleno.

Ataron su calavícula
con un vendaje esterecho,
le aperetaron las manos
en un nudo teremendo
y lo llevaron poronto
a operarlo del ceréboro.

Referencias:

  • Polo, Eduardo; Ballester, Arnal (il.), Chamario, prefacio de Eugenio Montejo, Caracas, Ekaré, 2004, ISBN: 980-257-278-0.

[Darabuc hizo una reseña del libro en la que incluyó algunos enlaces a otros medios que se hicieron eco de Chamario y de la figura de Eugenio Montejo. Las copio a continuación: Babar, Bienvenidos a la fiesta, El Cultural, Imaginaria y Pizca de papel].

La Bicicleta

Lalo me dice que ya me lo ha oído varias veces, pero es que es verdad, «esto es un mundo».

Estaba decidido a cambiar mi vieja Peugeot de hace chiquicientos años («un hierro» le dicen ahora) por una bici decente, para iniciarme. Había leído en el internet que era muy importante la talla. Así que me dediqué a tomar medidas.

Sea

E (pierna) = 87,5

T (tronco) = 67

H (hombros) = 37

B (brazo) = 61

Entonces

V (tubo verical) = E x 0,652 = 57

H (tubo horizontal) = T x 0,888 = 59,9

S (altura del sillín) = E x 0,885 = 77,4

P (potencia) = B x 0,203 = 12,4

M (manillar) = H = 37

No pensaba gastarme mucho, así que descarté el cuadro a medida. Tenía que encontrar una geometría que se adaptara a mí. Más tarde descubrí que, dependiendo del fabricante, el tallaje podría ser par o impar. Además, había algo que se llama sloping que también había que considerar. Continuar leyendo «La Bicicleta»

Objetos Perdidos

Apuntar en la agenda: llevar las gafas a la óptica para que me las ajusten, que cualquier día, mientras corro, se me caen y las pierdo. Las que me compré para montar en bici por chiquicientos euros también me sirven para correr, pero me dá no se qué llevarlas porque me parezco a la mosca Puck (los más jóvenes tendrán que buscar quién era este insigne personaje).

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El genial atleta José Félix Ortiz (también conocido como "el somalí") también tiene sus problemas con las gafas. Aquí le vemos, con su gesto característico, en un último esfuerzo para ganar la edición de este año de La Melonera (foto de Digilogic).

Señor que me has perdido las gafas,

por qué no me las encuentras?

Me paso la vida buscándomelas

y tú siempre perdiéndomelas,

me has traído al mundo para esto,

para pasarme la vida buscando unas gafas,

que están siempre perdiéndoseme?

Para que aparezca este tonto

que está siempre perdiendo sus gafas,

porque tú eres, Señor, el que me las pierdes

y me haces ir por la vida a trompicones,

y nos das los ojos y nos pierdes las gafas,

y así vamos por el mundo con unas gafas

que nos pierdes y unos ojos que nos das,

dando trompicones, buscando una gafas

que nos pierdes y unos ojos que no nos sirven.

Y no vemos, Señor, no vemos,

no vemos Señor.


Este poema de José Antonio Muñoz Rojas (Antequera, 1909) se hizo famoso en los bajos fondos de Madrid, es decir, en el metro, a raíz de su edición en la iniciativa Libros a la Calle, destinada a la promoción de la lectura en los transportes públicos de Madrid.

Siempre me ha gustado cómo Muñoz Rojas se ríe de su mala memoria, pero ya me gustaría tener los recuerdos de una vida tan frescos a la edad a la que ha llegado él. Todo lo que cuenta es como si lo acabara de vivir.

Referencias:

  • Muñoz Rojas, José Antonio (1997), Objetos perdidos, Valencia, Pre-Textos, col. La Cruz del Sur, 2002, ISBN: 84-8191-253-0.

[Pre-Textos ha publicado este año su Obra completa en verso]